Con motivo de cumplirse los 300 años de la muerte del más importante pintor de la Colonia, se conmemoraron en Monguí el 28 y 29 de mayo de 2011 como un homenaje a su recuerdo y a su obra, sus efemérides.
Se transcriben algunos apartes de publicaciones encontradas: en el texto LIBROS COLOMBIANOS de L. E. NIETO CABALLERO, un capítulo referente en el que el autor relata de manera agradable, sencilla y amena lo que escribió ROBERTO PIZANO en Paris, quien era pintor también, pero podemos deducir que se trataba igualmente de un formidable prosista, cuidadoso investigador y cultivador de los valores y el amor a la Patria.
Se transcriben algunos apartes de esta publicación para hacer llegar hasta los paisanos y amigos de las bellas artes, aspectos históricos, anecdóticos y artísticos que se espera permitan disfrutar de su lectura y enriquecer sus conocimientos.
“… En todo caso, … es lo cierto que su estilo en la obra sobre Vásquez nos ha causado sorpresa. Límpido, abundante, de giros desenvueltos, revela el ejercicio de la pluma y demuestra el comercio con los clásicos.
Obra reverente, realizada con amor, disimulada la fatiga de prolijas investigaciones, deja una impresión de frescura. De los tiempos que evoca viene un aire suave que ensancha y robustece los pulmones. Y viene una fragancia de arcón de antepasado, que al abrirse satura de vainilla el ambiente. Tiempos idos, tiempos sencillos, tiempos románticos y conventuales, que conocieron también la alegría pecaminosa, pero no la gozaron sino a hurtadillas, con grave riesgo de la libertad, que en ocasiones se aprecia más que el alma!…
Pizano ha escrito como hubiera pintado. Tal descripción de un patio colonial, de la sabana melancólica, de una partida de caza o de una procesión, parece trazada con pincel. No se lee. Se ve. Llega la ilusión hasta el extremo de que ante los ojos pasan las nubes perezosas en un día de sol reverberante y azota el rostro un viento tibio, en el jardín donde parecen como un sueño las flores. Pueden verse otros cuadros: el de la disputa de frailes, por ejemplo, en que las cuestiones dogmáticas se resuelven a puño limpio, en la calle, mientras las monjitas, parciales por una u otra de las comunidades, tercian a favor de la preferida, desde los balcones, a piedra. Nada más animado ni más regocijante. …”
Aspectos Históricos
En el título Juventud de Vásquez, dice que “Nació el 9 de mayo de l638 en Santa Fe, hijo legítimo de Bartolomé Vásquez y de María de Ceballos. Buenos cristianos, gentes apacibles, sus padres lo confiaron a los jesuitas y luégo a don Gaspar Núñez, quienes poco a poco le amoblaron el espíritu, Debió tener afición por la música, ser niño alegre y estudioso, con una decidida inclinación por la pintura. Lejos de contrariársela, como se cuenta en la historia de tantos predestinados, su padre quiso estimularla, desarrollarla, darle alas, y para ello lo puso bajo la dirección de don Baltasar de Figueroa, hijo del pintor don Gaspar, pintor el mismo, y considerado hasta la revelación del discípulo como el mejor de su época…
Vásquez debió ocuparse, bajo la dirección de maestro tan poco rico de alma, en trabajos rudimentarios como la preparación de colores. Pero su aguda observación y su afán de aprender, aparte de los ejercicios de copia que a escondidas hiciera, suplían la vaguedad o escasez de la enseñanza. A tal extremo llegaron sus progresos que, como don José Manuel Groot cuenta, y Pizano recuerda, pronto le ocurrió un lance curioso: pintaba Figueroa el cuadro de san Roque, que se hallaba en la iglesia de santa Bárbara y descorazonado al no poder darle determinada expresión a los ojos, no obstante sus múltiples esfuerzos, tomó la capa y el sombrero y se fue para la calle; Vásquez, que lo había estado observando, aprovechó la ausencia del maestro y en un santiamén los pintó excelentemente. Sorprendido Figueroa, cuando regresó a reanudar el trabajo, al ver la mirada del santo que había dejado ciego, le preguntó al discípulo si él era el autor de aquellos ojos. Su respuesta afirmativa no le mereció alabanza. *Si usted es maestro, váyase a poner tienda*. Y lo despidió bruscamente. …
… Vásquez, … a pesar de sentir en el cerebro el impulso creador, el fuego santo, se dio a buscar la compañía de mozos de alegre vida para consolarse. Esa multiplicación de la experiencia, esa diaria contemplación de lugares poco frecuentados y de tipos pintorescos, le fue útil. … La pintura era una manera de enseñar religión o por lo menos de intensificarla. Vásquez, único genio del nuevo mundo en su época, en concepto de su biógrafo, siguió la misma corriente, pero aportando elementos que a los otros escapaban: un reverente culto de la naturaleza, un profundo sentido del paisaje, un mejor estudio de la persona humana. Trató el desnudo en secreto, porque tener modelos que se despojaran de las ropas no podía ser otra cosa, a los ojos de los santafereños mojigatos, que una práctica impura, propia de los siervos de Lucifer y de la carne.
Tuvo que hacerlo, y en ocasiones que idearlo o inventarlo todo. El mismo preparaba los colores, triturando, calcinando y seleccionando con escrupuloso cuidado los materiales. De los indios aprendió algunos secretos, como el uso de la goma elástica, que podía extender en capas muy delgadas sobre los cuadros, para dar consistencia a los colores de tierra y un barniz grato al conjunto. Averiguó por los sitios en donde podía encontrar las más apropiadas arcillas, entre los cuales sobresalía Ráquira, *en donde consiguió tierras doradas en gradaciones del amarillo pálido a los rojos tostados*. Extraía el carmín de la cochinilla, que robustecía con almidón o yeso; preparaba el negro vegetal; usaba una tierra verde mineral que le daba resultados excelentes; sabía modificar el albayalde para todos los matices del gris; preparaba los lienzos o tablas con una sustancia rojiza y usaba pinceles de pelos de ardilla, de cabra o de perro, metidos en cañones de plumas de ganso, o de otras aves. Sólo el añil le dio dificultades. … Triunfaban en él la intuición, la observación, el esfuerzo, porque de libros técnicos no tenía noticia y el maestro Figueroa poco le había enseñado.
Separado de éste y al par con su vida de jolgorio, en la que empezó a despuntar su afición por la caza, que lo acompañó toda la vida, se dio a copiar cosas de la naturaleza: flores, frutos, animales, figuras. *En ellos aprendió a interpretar las calidades materiales: la transparencia de un vaso de cristal, el matiz de unas rosas sobre un paño blanco, el jugo y la pelusa de las frutas, la pelambre de unas liebres muertas, el brillo irizado y resbaladizo de los peces*. Lienzos curiosos todos aquellos en que hacía estos estudios y se ensayaba en la composición, un tanto convencional e ingenua, causaban el asombro de las gentes que nunca habían contemplado tan acabadas representaciones de las cosas familiares, y encontraban en ellas los mejores adornos para los altares del Corpus. La fama del pintor se iba extendiendo y ya pronto iba a hallar en su afición un medio de vida.
… la abundancia de casas religiosas fue un estímulo para ciertas modalidades del arte. Entre ellas, la pintura.
Hubo cierta provechosa emulación, que llevaba a frailes y reclusas a desear distinguirse por la riqueza de los cuadros religiosos que debían adornar los muros de sus habitaciones. Vásquez fue entonces muy solicitado. No podía atender al crecido número de peticiones que le hacían para que pintara cristos y madonas, santos de diversas categorías, escenas de la vida de cualquiera de ellos, símbolos litúrgicos, y eso dio ocasión a que surgiera una cáfila de imitadores. … Su primer cuadro de gran tamaño es el Purgatorio, que pintó en 1670 para la iglesia de Funza. Tres años después terminó en la iglesia de San Francisco su cuadro El Juicio Final, que Pizano considera, no obstante reparos anatómicos de monta, como obra de verdadera importancia.
Matrimonio de Vásquez
Tornándose fácil y agradable la vida, halagado con la constante demanda de los frailes y confiado en un contrato de larga duración que hizo con los padres dominicos, Vásquez, ya cercano de la cuarentena, pero siempre garboso, elegante, de ánimo retozón, muy querido de todos, resolvió casarse. No da Pizano la fecha del acontecimiento, pero publica la partida de bautismo de Bartolomé Luis, nacido en 1680, hijo legítimo del pintor y de doña Jerónima Bernal. … De esa época data la serie de cuadros Vida y milagros de santo Domingo, con que adelantaba su contrato en la iglesia que actualmente conserva el mismo nombre.
*Habla Pizano delicadamente sobre la influencia de doña Jerónima en el ideal religioso del artista. Mujer de humor apacible y de suaves facciones, empezó a servirle de modelo para representaciones de la inmaculada. Groot había hecho la observación del parecido de todas las vírgenes de Vásquez. Todas procedían de la amable compañera a quien debía mantener en el taller horas enteras, los ojos dirigidos hacia el cielo, las manos en actitud acogedora. … El debía adorarla, porque años más tarde, viejo, viudo, enfermo, ya cercano al abismo que a todos nos devora, todavía la llevaba, lleno de unción, con pincel acariciante y evocador, a sus cuadros.
Treinta había pintado para la iglesia de santo Domingo, cuando los buenos frailes cicateros encontraron a un muchacho, discípulo del genio, que por precio muy inferior al que venían pagando por la obra se ofreció a continuarla. Fue un golpe terrible para Vásquez, que perdió el humor, se volvió taciturno, se encerró en sus habitaciones y juró no volver a enseñar a nadie ni a permitir que nadie lo viera trabajar, una vez que tan descaradamente le habían violado los frailes su contrato. Urgido por la vida, se dedicó a pintar febrilmente para iglesias, conventos, establecimientos de beneficencia, casas particulares, cuadros de mérito inferior, que desbordaban la ciudad y encontraban compradores en los pueblos vecinos. …
Anécdotas e Intimidades de Vásquez
En aquel tiempo Chibchacum, el Atlas chibcha, cansado de sostener la esfera terrestre sobre un hombro, la pasó al otro y el movimiento ocasionó un temblor. Fue el tiempo del ruido, así llamado por referencia al hervir subterráneo que atemorizó a los santafereños y contribuyó a darle cierta animación a la vida. Era en marzo de 1687. Tenía Vásquez varios hijos. … pasaba horas que disipaban su tedio y su amargura, a tiempo que las aprovechaba para llenarse, por así decirlo, los ojos de color, para grabar profundamente en la retina rostros y actitudes y paisajes. De mano maestra es el cuadro que Pizano traza de la vida de hogar del pintor, en una casita del barrio de la Catedral, en la carrera de oriente, reputado como uno de los mejores sitios, y de mano maestra es la descripción de las multitudes asustadas, los clérigos con cirios encendidos, la húmeda sabana con sus ranchos infelices, y los cerros desnudos, que el artista recorre para tonificar los nervios y para renovar la inspiración de que vive y se consume como el aceite en una lámpara prendida por el genio. …
… Es Vásquez generoso. Lo que gana, satisfechas las exigencias de su casa, lo reparte con solicitantes y pobres de solemnidad, a tal extremo llevado el noble vicio, que un día regala, a quien no puede entregar el oro que no tiene, uno de sus cuadros para que lo venda y se surta. …
Cumpliéndose la profecía de un ermitaño, que en las inmediaciones del salto de Tequendama tenía su santo refugio, llegó un día un caballero español, don Gabriel González Sandoval, a cumplir la promesa de levantarle un templo a Jesús Sacramentado. Varios cuadros le encargó a Vásquez y se ligó en el trato de tal modo con él, que cuando por acabársele los fondos decidió viaje a Europa, para vender sus joyas y arbitrar nuevos recursos, quiso llevarlo consigo. … de regreso años más tarde y ya con la escarcela nuevamente bien provista, le continuó su protección y le permitió adelantos en su arte con los cuadros que trajo de algunos grandes maestros. Algunos trató de imitar Vásquez. De esa época o sea de 1698, es el retrato de don Enrique Caldas Barboso, rector del colegio del Rosario, la mejor tela que nos queda del artista, en concepto de Pizano, quien afirma que podría tomársele por una obra de la escuela madrileña. …
… en 1702 lo encontramos, ya viudo y con la hija casada mezclado en un caso curioso. … Se animaba la vida en Santa Fe, y el amor por otra parte jamás se descuidaba. El oidor don Bernardino Angel de Issunza no dormía siempre solo. María Teresa Orgaz, no se sabe si bella, pero considerada lasciva, le hacía la caridad de acompañarlo y concurría a su casa con cierto disimulo. Aumentando la frecuencia, dio para hablar a las gentes ociosas y aun a las ocupadas, al extremo de que llegado el cuento a o oídos del señor arzobispo, vióse éste obligado a hacerla recluír en un convento. Pero el oidor era el oidor y las gracias de la Orgaz eran sus gracias. Aprovechando el conocimiento que Vásquez tenía de la tranquila mansión de Santa Clara, en donde había estado pintando, y en donde cosa muy distinta hacía ahora la reclusa, escaló en su compañía la santa casa, y vistiendo de hombre a su adorada la raptó para siempre. El arzobispo, en carta dirigida directamente al rey, se quejó de lo que saladamente llamaba un contrabando. Y como entonces ya había la costumbre de que la cuerda reventara por lo más delgado, del escándalo mayúsculo no resultó víctima distinta del pintor, quien sin consideración a su nombre y a sus sesenta y dos años de edad fue enviado a la cárcel. …
En la cárcel continuó Vásquez pintando para cumplir un contrato y continuar recibiendo algo que le mantuviera la vida. Pero esa vergüenza, y la pérdida de su protector Sandoval, lo agriaron y abatieron definitivamente. Envejecido, empobrecido, entristecido, nervioso, sin amigos, mirado con horror por las gentes que lo creían condenado por la iglesia, apasionado ahora por lo gris y nebuloso, andaba de puerta en puerta vendiendo cuadritos de los que guardan relación con los versos de ciego, y descargando su mal humor en los compradores rehacios... Un día el ocho de diciembre de 1710, después de haber recibido la comunión en una misa que había hecho cantar en la iglesia de la Candelaria, llegó a su casa con el juicio perdido. Así permaneció largos meses hasta que en el año siguiente, olvidado de todos, murió en brazos de su hija. Enterrado en la Catedral, sus restos permanecieron largo tiempo ignorados. Siete cuartos de siglo, es decir ciento setenta y cinco años después, fueron descubiertos por Alberto Urdaneta, pero no en la realidad sino en un manuscrito colonial intitulado Memorias de un santafereño…
Obras
Tal fue la vida gloriosa y dolorosa del genio que adivinó los principios del arte y ejecutó trabajos que hoy son alabados en Europa por los entendidos… Un Ecce Homo que pintó en un relicario, fue en su tiempo admirado en Roma, y le sirvió después porque devuelto a Santa Fe, al convento de los jesuitas por una de tantas transmisiones y regalos que se verifican entre frailes, y considerado por ellos como una obra maestra del arte europeo, incapaz de ser copiada entre nosotros, dio origen a que Vásquez recibiera el encargo de pintar las grandiosas figuras de los evangelistas y el cuadro de la predicación de san Francisco Javier, cuando les probó, mostrándoles su nombre escrito en el interior del relicario, que él era el autor de esa maravilla.
… Ciento cinco dibujos y 403 cuadros cataloga Pizano… Qué derroche de paciencia en la investigación y qué temple en el amor por el arte! Lo que la república o el municipio han debido hacer sin reparar en gastos, lo ha realizado de su propio peculio y de mejor manera un artista que siente y demuestra en forma indiscutible el amor a la patria. … sabemos que en Bosa, en Chipaque, en Funza, en la Calera, en Tenjo, en Tunja, en Yarumal, en Medellín, hay telas de alto precio; sabemos que vivió un año en Monguí y sabemos… todo lo que, pálidamente reflejado en estas líneas, queda allí hermosamente dicho. Es obra grande y bella la que ha hecho Pizano.
… No fueran las gentes tan piadosas, no temieran la cólera de la Virgen de Monguí, que no se cansa de curar enfermedades, de despertar amores y de aumentar cosechas, ya muchos de los cuadros andarían corriendo mundo. Pero hay que contar con que de repente pueden llegar… gitanos, para nombrar de alguna manera a los intrusos y a los que no temen la cólera de Dios ni de la Virgen. Contra ellos, en aras del sentido común y de la riqueza artística en Colombia, es conveniente multiplicar precauciones. …
… Cultivo de los sentimientos artísticos, reflejo de las costumbres, estímulo de los consagrados a la creación de la belleza, depósito sagrado de tradiciones queridas, lámpara de patriotismo: unas cosas habrán de encontrarse, otras de atesorarse en ese museo que, confiado al orgullo nacional, a la esplendidez de los ricos, al ansia de renombre de los nacidos para el arte, puede crecer y debe crecer para que aumente la fama de Colombia.
… La obra sobre Vásquez, deliciosamente escrita, santamente inspirada, presentada fastuosamente, es, desde todo punto de vista, una obra de arte. Es necesario que siquiera con un clamor de admiración se le premie ese esfuerzo maravilloso a Pizano. ”
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También se extractan algunos apartes un capítulo escrito por ALVARO MIRANDA, titulado Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos un pintor para mirar el arte colonial:
… “ El artista de la Colonia seguía vigente e inolvidable para muchos de los que, sin haberlo conocido, seguían hablando de él en años posteriores a la independencia de 1819. Algunos de sus episodios personales eran ya parte de una tradición oral que alcanzó a mantenerse, con el peligro de las tergiversaciones, entre dos o tres generaciones posteriores, a las cuales recurre el bogotano José Manuel Groot 1 para recabar información y escribir su texto sobre el pintor. Groot escribirá por primera vez sobre la vida de su antecesor en el uso de los pinceles, de modo relativamente ordenado, y de no haber sido así, poco se hubiera podido hablar hoy de su existencia.
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1 José Manuel Groot, Noticia biográfica de Gregorio Vásquez Arce i Ceballos, pintor granadino del siglo XXVII, Bogotá, Imprenta de Francisco Torres Amaya, 1859.
...
El mismo José Manuel Groot, el neogranadino de barba larga y sobrero de copa brillante, comenta sobre sus fuentes: “ Estas noticias las he recogido. hace muchos años. De personas de edad avanzada, que viniendo del último tercio del siglo anterior, bien han podido conservar las tradiciones de sus antepasados más cercanos a los tiempos de Vásquez “. …
Gracias a José Manuel Groot (1800 – 1878) y a Roberto Pizano (1896 – 1929), que se desempeñaron como pintores y escritores en Bogotá, Vásquez de Arce y Ceballos tiene cuerpo en la palabra, y sus cuadros un seguimiento ordenado por encima del paso de los siglos. Y es en virtud de su preocupación que Los desposorios místicos de santa Catalina de Siena no es un rectángulo silencioso colgado de una pared con cuatro ángeles, sobre un supuesto cielo, que tocan instrumentos musicales, mientras abajo la figura femenina carga al niño. A partir de descubrir cómo era la vida de quien lo pintó y cómo lo hizo, la obra en su totalidad parece alimentarse de luz y el espectador logra una sabiduría de época y un entender de minucias que se tornan fundamentales para leer los colores con los cuales ha armado formas y sentidos que han de conservar su oficio ante los ojos que ven más allá de lo explícito. Así, por ejemplo, ojos y miradas tienen una correspondencia que puede ir de cuadro a sociedad, y a la inversa. El pintor lo que hace es recoger una forma de colocar los ojos o de indicar cómo deben estar colocados por el sentimiento de sus figuras religiosas, siempre en recogimiento, en estilo santo y místico. Y para esto Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos fue desde un principio especialista. …
Los ojos, todos los ojos en el pintor de la Colonia, hablan, tienen una expresión. En el caso de la Virgen orante, están entreabiertos, bajo esas cejas arqueadas que dan fuerza a la expresión de una santidad que no quiere mirar afuera, sino irse a los profundo de la intimidad. …
Cuando en los cuadros de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos los ojos de sus figuras no se dirigen al espectador , sus miradas van al adentro; es decir, a las dimensiones que el pintor ha operado para su arte. Lo que deja para afianzar la tradición de quien ve su obra, son los velos o mantillas que coloca sobre las figuras femeninas. Es la caracterización venida de España con la Conquista y que como estilo de vida, como moda, se establece en diversos momentos de la historia, y al final, en la década de los sesenta del siglo XX, muere de agotamiento para comenzar a desaparecer de las cabezas de las mujeres que van a misa. Para Roberto Pizano 4, la añoranza de lo ibérico reclama mantener la prenda que cada día que pasa pierde sentido para la mujer, y no como en los cuadros de Vásquez de Arce y Ceballos, donde "modela el volumen de la cabeza, la línea del cuello, la amplitud de los hombros, las ondulaciones del torso, el contorno del cuerpo que cubre pudorosamente sin ocultarlo, ya que lo sigue en sus más leves estremecimientos, quebrada en los mil pliegues pequeños o regulares de la seda. "
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4 Robeero Pizano, publica en Paris, en 1926, tres años antes de morir, en la editorial de Camilo Bloch, de la rue Saint Honoré, su libro titulado y subtitulado Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos Pintor de la ciudad de Santa Fe de Bogotá cabeza y corte del Nuevo Reino de Granada. La narración de su vida y el recuento de sus obras.
José Manuel Groot describe los cuadros y analiza las expresiones, los detalles; compara las obras, describe aspectos sociales y circunstancias en las que se desarrolló la gran producción de Vásquez y Ceballos.
" Muy cerca de la tercera década del siglo XX, el agustino recoleto fray Pedro Febo del Corazón de María recordaba en un artículo : "Al frente de la puerta de la iglesia hay una casa que ostenta una lápida de mármol con esta inscripción: "Aquí vivió y murió Gregorio Vásquez Ceballos. Bogotá, su patria, se honra tributándole este homenaje. Abril 23 de 1863" ...
Para muchos, más que su arte, su obra fue moda, requisito social de devoción y recogimiento religioso. Pedro Febo dice, en 1928, que era muy dado encontrar en cualquier iglesia, inclusive en los pueblos más pobres, un cuadro de Vásquez de Arce y Ceballos. ...
Para uno o dos años antes del recuento de Febo, el cura párroco de la boyacense población de Monguí, el presbítero Baena Grillo -porque su inglesia, que es por la cantidad de obras de Vásquez de Arce y Ceballos un museo-, pide que sea protegida. Reclama expertos que cataloguen debidamente los cuadros. ...
El mundo, y Vásquez lo sabe, es más que figuras de santos, ángeles, vírgenes o episodios bíblicos. Le gusta montar en su caballo y salir por la sabana, por los alrededores de Santafé de Bogotá. Su vista se posa en el paisaje para después trasladarlo a sus cuadros. Le gusta ir por los cerros que están detrás de su hogar hasta el pueblo de La Calera. Ahí tiene amigos que lo reciben, lo atienden y le encargan cuadros para la capilla. Pero su imaginación, una vez retorna a su casa, será mantenida en vivo por las varias salidas que ha hecho en busca de ciervos y conejos. El cuadro de San Eustaquio es un ejemplo de ese entusiasmo que tenía por la montería. Sin embargo, esa libertad para su creación es detenida de nuevo por la presencia de imágenes religiosas. En el cuadro, se ve un joven indio, uno de esos que alguna vez trajo a la ciudad para vestirlo de librea y llevarlo después a sus rondas de caza. He ahí un modelo creado primero con colores a través de los pinceles en la Colonia, para que después otro pintor, en su primer siglo como república de Colombia, por el año 1921, en igual actitud, retome en la escritura el tema para hacer historiografía. Don Roberto Pizano es a quien le corresponde hacer dicha adaptación. Ve este cuadro del santafereño y lo reproduce con la clara verbosidad de su escritura y comienza por decir cómo los personajes existen para hacerlos aparecer más allá del marco y del óleo de Vásquez de Arce y Ceballos. " Rústicos bardales comienzan poco a poco a marcar el camino, guiando unas ovejas viene un niño medio desnudo, con una larga vara en la mano, asustadizo como una alimaña." ...
En el siglo XIX los dos principales lugares en Bogotá que albergaban en exposición religiosa las pinturas de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, eran la capilla del Sagrario y el convento de Santo Domingo. En el primero de éstos estaba Sansón tomando el panal de la boca del león muerto, donde los entendidos consideraban que había un paisaje muy diverso con diferentes giros y que sin duda representaba la mejor campiña que hizo el pintor." ...
El único mundo de vegetación, árboles, riachuelos, planicies y montañas que podía pintar Vásquez de Arce y Ceballos como encuentro directo y personal, era, como se ha dicho, el altiplano del reino de los chibchas, donde poco a poco se construía su Santafé de Bogotá. ...
En los ojos de Vásquez de arce y Ceballos que miraban la húmeda sabana -soplada por el frío y nublada por una condensación de finísimas gotas- está el descubrimiento de una genialidad donde ha colocado todos sus sentimientos, "la sensación exacta del ambiente" diría Roberto Pizano. Desde su cabalgadura, o apeado para hablar cara a cara con los indígenas, Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos viajaba y aprendía. Nada esstaba hecho para él, ni para los otros pintores de la Colonia, nada existía en el mercado organizado. ...
En las obras de Vásquez aparecen figuras celestiales que ejecutan música de modo desenvuelto y ocurrente, como la del italiano Mariotto Albertinelli (1474 1515). Este logro lo lleva de igual manera a decir que en algún tiempo aprendió violín, flauta o guitarra, en una de las escuelas de música que por aquel entonces había en la ciudad. ...
La vida para Vásquez de Arce y Ceballos tenía sus ascensos y sus desplomes. Hacia 1698 muere su esposa, esa modelo para sus cuadros que había prestado su rostro y cuerpo a todas las Vírgenes que él pintaba, mientras que ella, ya dúctil en su inmóvil oficio de arquetipo, permanecía frente a él largas horas para que, una vez tras otra, repitiera sus formas. A la hija, de igual modo tantas veces pintada, tantas veces llevada a sus cuadros en la edad de mayor hermosura, "con un violín o una guitarra en las manos, con basquiña de seda haciendo gargantillas de perlas, sutiles cristales y dijes", la vería menos, porque se marchaba del hogar paterno. El espectador la puede encontrar como ángel, como doncella, en esos rostros de elipse o curva cerrada que tanto llamaron la atención al segundo biógrafo cuando estudiaba la obra del santafereño. .
Roberto Pizano, con un documento que en 1914 hallara don Pablo Argáez en Sevilla, entraría a resolver en su escritura unos días de la vida de la castiza y casta Santafé y, por supuesto, los de un pintor como Vásquez de Arce y Ceballos que entraban al ojo de un huracán ajeno. Pero lo que más fascina del relato, es el estilo del segundo biógrafo, esa vuelta que le da a la historia documental para convertirla en un nuevo cuadro donde como pintor no utiliza el óleo y sus colores, sino las palabras y sus imágenes. Lo cierto es que, siguiendo los pasos de Pizano en su documentación, que ya no es documento sino otra cosa: elaborado relato, el 5 de marzo de 1699 el alcalde ordinario de la ciudad, por orden del arzobispo, condujo a María Teresa la mujer acusada de lasciva, al convento de Santa Clara, para ser incomunicada en una celda. Desde el momento en que el Oidor decide liberar a su amante retenida en el convento, debió de tener muy en cuenta al pintor, porque éste, en su oficio de artista, conocía por dentro el lugar de clausura. …
El maestro ha envejecido. Está apesadumbrado y pobre. Los pedidos de sus cuadros para iglesias y conventos no se vuelven a realizar. La sociedad santafereña lo ve culpable, y él se siente de igual modo infractor. Pareciera que tuviera una espina clavada en su dedo, como en los famosos cuadros de época que tanto se repiten, y que él, de igual modo, ha realizado. Se halla como el mismo Niño adolorido que trata de extraer lo que le ha ocasionado dolor. En el fondo de su vida está la sombra oscura. El esplendor propio que lo animaba a producir cuadros como la Virgen de las Nieves con el Niño, con traje en brocados dorados como manifestación de su propia opulencia espiritual, se va, se aleja de él. Y como para que su pesadumbre crezca, ya no contará más con la ayuda de su protector Gabriel Gómez de Sandoval ha muerto. ...
Gracias a Gómez Sandoval, conoció a su regreso, grabados de los cuadros que se guardaban en las salas capitulares del Escorial y que Roberto Pizano establece que se trataban de La Anunciación de Pablo Caliari, el Veronés (1528-1588) y El lavatorio de los pies del veneciano Jacobo Robusti (1518-1594), llamado el Tintoretto, además de varias estampas del flamenco Pedro Pablo Rubens (1577-1640) y que Vásquez copió en número de cuatro, así como los Apóstoles del valenciano, del españoleto José Ribera (1588-1652). Todo esto ya no le importaba. Era solo un pasado, un lejano pasado a sus 72 años. …
Sus vecinos, los Agustinos recoletos de la iglesia de la Candelaria lo entenderán. Ha pasado de un lado a otro de la calle para llegar a la celda del padre rector, fray Carlos de San Jerónimo, y le ha dicho que está muy enfermo y sin un céntimo en el bolsillo. Le explica que quiere arreglar su funeral y, como no tiene con qué pagarlo, y como quiere que se haga en esa iglesia que ha visto durante tanto tiempo desde la puerta de su casa, propone pagar todo con un cuadro de la Purísima Concepción. El padre Jerónimo le dice que sí, y él sale a cumplir con el último cuadro que hará en su vida. …
Para el 8 de diciembre de 1710, día de la Concepción de María, el enorme cuadro prometido como canje para su funeral está expuesto en la iglesia de la Candelaria. Sus manos han perdido vigor y destreza. Su ánimo está tan caído, que parece que no le dan la suficiente energía para levantar los pies cuando camina. La iglesia está atiborrada de funcionarios y curiosos que se encuentran atentos a la presentación de la obra. Todos tienen la mirada puesta en la capilla segunda de la nave del evangelio, donde está el cuadro, que se halla cubierto por un velo que alcanza los tres metros. En las bancas los señores oidores con capas y espadas al cinto; de bonete talar y manteo, los miembros de la Real Audiencia y de la Justicia esperan la iniciación de la ceremonia. Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos se aproxima al altar y comulga. Acabada la misa se va a casa. Su cuerpo y su mente no resisten más. Al poco rato vienen a comunicarles a los agustinos que ha perdido el juicio. Así permanece unos meses hasta que la muerte le detiene para que le cierren los ojos y descanse en paz.”
Un espíritu inquieto y abierto al aprendizaje y a la perfección del arte, como el de nuestro pintor, orgullo y creador de las obras pictóricas que son para nosotros un valioso legado cultural, debe servir de ejemplo para nuestros niños y jóvenes, ya que: de los indios aprendió secretos, en los materiales encontró virtudes, en la naturaleza se inspiró para plasmar la belleza que captaba y retenía en sus pupilas para luego transplantarla a sus obras. Desde las imágenes religiosas que reposan en nuestros templos coloniales, pasando por las actividades y costumbres sociales, mostrando los paisajes sabaneros y subiendo las montañas para ilustrar una ronda de caza, supo acumular un depósito de tradiciones, valioso tesoro, pendón de nuestra patria.
Sus biógrafos colegas, deleitan con palabras lo que seguramente saben hacer también con los pinceles. Ilustran nuestro saber con sus observaciones de expertos y nos adentran en los detalles de los cuadros, en la época y en la historia en que fueron creados, con lo cual ensanchan nuestro acervo cultural y regocijan nuestras almas al conocer y comprender los secretos de tan hermosa creación artística.
En el libro de Roberto Pizano se ve cómo el escritor interpreta las obras estudiadas, hace imaginar los sentimientos con que el pintor analizado diseñaba y coloreaba sus obras dejando en ellas su impronta, para que fuera descubierta y valorada con el correr de los siglos.
José Manuel Groot por su parte, analiza los detalles y aspectos de las obras, las expresiones, los rostros, particularmente los ojos; describe aspectos sociales y circunstancias en que se crearon los cuadros del genio de la Colonia, Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos.
Ilustración gráfica: LOTH PÉREZ SIABATO
Gracias a Gómez Sandoval, conoció a su regreso, grabados de los cuadros que se guardaban en las salas capitulares del Escorial y que Roberto Pizano establece que se trataban de La Anunciación de Pablo Caliari, el Veronés (1528-1588) y El lavatorio de los pies del veneciano Jacobo Robusti (1518-1594), llamado el Tintoretto, además de varias estampas del flamenco Pedro Pablo Rubens (1577-1640) y que Vásquez copió en número de cuatro, así como los Apóstoles del valenciano, del españoleto José Ribera (1588-1652). Todo esto ya no le importaba. Era solo un pasado, un lejano pasado a sus 72 años. …
Sus vecinos, los Agustinos recoletos de la iglesia de la Candelaria lo entenderán. Ha pasado de un lado a otro de la calle para llegar a la celda del padre rector, fray Carlos de San Jerónimo, y le ha dicho que está muy enfermo y sin un céntimo en el bolsillo. Le explica que quiere arreglar su funeral y, como no tiene con qué pagarlo, y como quiere que se haga en esa iglesia que ha visto durante tanto tiempo desde la puerta de su casa, propone pagar todo con un cuadro de la Purísima Concepción. El padre Jerónimo le dice que sí, y él sale a cumplir con el último cuadro que hará en su vida. …
Para el 8 de diciembre de 1710, día de la Concepción de María, el enorme cuadro prometido como canje para su funeral está expuesto en la iglesia de la Candelaria. Sus manos han perdido vigor y destreza. Su ánimo está tan caído, que parece que no le dan la suficiente energía para levantar los pies cuando camina. La iglesia está atiborrada de funcionarios y curiosos que se encuentran atentos a la presentación de la obra. Todos tienen la mirada puesta en la capilla segunda de la nave del evangelio, donde está el cuadro, que se halla cubierto por un velo que alcanza los tres metros. En las bancas los señores oidores con capas y espadas al cinto; de bonete talar y manteo, los miembros de la Real Audiencia y de la Justicia esperan la iniciación de la ceremonia. Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos se aproxima al altar y comulga. Acabada la misa se va a casa. Su cuerpo y su mente no resisten más. Al poco rato vienen a comunicarles a los agustinos que ha perdido el juicio. Así permanece unos meses hasta que la muerte le detiene para que le cierren los ojos y descanse en paz.”
Un espíritu inquieto y abierto al aprendizaje y a la perfección del arte, como el de nuestro pintor, orgullo y creador de las obras pictóricas que son para nosotros un valioso legado cultural, debe servir de ejemplo para nuestros niños y jóvenes, ya que: de los indios aprendió secretos, en los materiales encontró virtudes, en la naturaleza se inspiró para plasmar la belleza que captaba y retenía en sus pupilas para luego transplantarla a sus obras. Desde las imágenes religiosas que reposan en nuestros templos coloniales, pasando por las actividades y costumbres sociales, mostrando los paisajes sabaneros y subiendo las montañas para ilustrar una ronda de caza, supo acumular un depósito de tradiciones, valioso tesoro, pendón de nuestra patria.
Sus biógrafos colegas, deleitan con palabras lo que seguramente saben hacer también con los pinceles. Ilustran nuestro saber con sus observaciones de expertos y nos adentran en los detalles de los cuadros, en la época y en la historia en que fueron creados, con lo cual ensanchan nuestro acervo cultural y regocijan nuestras almas al conocer y comprender los secretos de tan hermosa creación artística.
En el libro de Roberto Pizano se ve cómo el escritor interpreta las obras estudiadas, hace imaginar los sentimientos con que el pintor analizado diseñaba y coloreaba sus obras dejando en ellas su impronta, para que fuera descubierta y valorada con el correr de los siglos.
José Manuel Groot por su parte, analiza los detalles y aspectos de las obras, las expresiones, los rostros, particularmente los ojos; describe aspectos sociales y circunstancias en que se crearon los cuadros del genio de la Colonia, Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos.
Ilustración gráfica: LOTH PÉREZ SIABATO
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